LAS REDES DE REDES E l 11 de septiembre del año 2001 me encontraba en el sofá de mi casa viendo el Telediario de Televisión Española cuando a la periodista encargada de dar cuenta de aquello que las imágenes nos mostraban le tembló ligeramente la voz. Fue un segundo, seguramente incluso menos, pero suficiente como para dar a entender un involuntario atisbo de duda acerca de lo que estaba viendo y, por lo tanto, de lo que todos veíamos. Hasta ese momento, para mí, como para cualquier buen hijo de la posmodernidad, la realidad había sido la pantalla, y de pronto la pantalla dudaba de sí misma. Yo nunca había visto a la realidad dudar de sí misma. Más allá de la tragedia que supuso la muerte de miles de ciudadanos, se trataba de una duda que afectaba a los mismos cimientos de lo que desde la filosofía helénica venimos conociendo como Principio de Realidad: los modos en que nuestros sentidos aprehenden y posteriormente organizan el hábitat a fin de hacerlo reconocible. Porqu